¡Buenas y bienvenido/a a nuestro blog!
Somos Lourdes, Vincent, Avril y la pequeña Alba. Una familia franco-española cuya principal pasión es viajar por el mundo. Papá francés, mamá española y dos peques con una buena pizca de ambos. Nuestras hijas conviven con dos culturas diferentes cada día y nuestro deseo es que sigan descubriendo todas aquellas que hay en el planeta.
Viajar en familia es una experiencia maravillosa con multitud de beneficios para todos. En cambio cuando se realiza con niños pequeños puede ser en muchas ocasiones un desafío (algo que sabemos bien pero que siempre compensa).
Por esta razón, creamos Viajandodo, como un blog solo apto para familias viajeras y un espacio donde compartir todas nuestras aventuras, con guías de viaje por destinos y multitud de consejos para viajar con bebés y niños de todas las edades.
No importa si se trata de vuestros primeros viajes o si ya tenéis experiencia en esto. En nuestro blog seguro encontraréis información útil para ayudaros a organizar vuestro próximo viaje en familia.
Puedes seguir todas nuestras aventuras en nuestro Instagram @viajandodo y te invitamos a seguir leyendo para que sepas un poco más de nosotros y de como hemos llegado hasta aquí.
NUESTRA HISTORIA
Vincent era estudiante de la Universidad de Lenguas de La Rochelle, Francia. Y, durante sus estudios, realizó un año de beca Erasmus en Cádiz, la ciudad que me vio nacer ¡Ah! Entonces, ¿os conocisteis ahí? Pues no majos. Sino habría sido demasiado fácil.
Un año más tarde, yo realizaba prácticas en uno de los departamentos de mi universidad. Una de mis funciones era la de gestionar a los alumnos extranjeros. Y, en uno de los informes, descubrí a Vincent. Recuerdo que pensé ¡es monísimo de la muerte! Y encima de La Rochelle, donde yo tengo familia por parte de madre ¡Qué pequeño es el mundo! La cosa es que, ya fuera destino o casualidad, esto era una señal.
Estaba en un momento de mi vida donde la rutina me estaba saturando por completo. Varios años de encierro mental memorizado ‘tochos’ de legislación me estaban volviendo medio majareta. Me dí cuenta de que no había aprovechado mis años de estudiante disfrutando como debía. Pero aun no era tarde.
Me armé de valor y envié un mensaje a Vincent via Facebook. Le comenté que tenía familia allí y que, desde hacía tiempo, tenía ganas de ir. Que me iba a venir bien tener un contacto joven (porque con mi tía de más de 60 no me iba a ir de copas…) Al parecer, le tuvo que gustar mi foto de perfil porque me aceptó.
Chateamos hablando de todo y nada durante meses. Vincent me contaba sus viajes y yo leía con expectación. Hizo nacer el gusanillo viajero en mí. Ya no me conformaba con imaginar ciertos lugares en mi cabeza. Necesitaba verlos por mí misma ¿Y por qué no con la persona que me había incitado a ello?
Poco tiempo después, una buena amiga vino a casa diciéndome ‘ponte guapa’ que hoy salimos. Las ojeras me llegaban al suelo porque estaba preparando un examen de los gordos. Menos mal que un poco de maquillaje hace milagros. Lo que no sabía es lo que había detrás de todo esto. Vincent se lo había montado más que bien para darme la sorpresa de mi vida en complot con mi amiga. Y, un día cualquiera de febrero en 2011, mientras tomaba un café en una plazoleta de mi ciudad, alguien puso sus manos sobre mis ojos y con un acento ‘particular’ me dijo ‘Booh’. Fue la primera vez que nos encontramos en persona.
Tras este encuentro y otros muchos eventos, nos vinimos a vivir a Francia y fuimos felices y comimos perdices. En realidad comimos raclette aunque yo siempre le quito el queso porque no me gusta. Pero es que contándolo así le quitaba su encanto.
Los primeros años en Francia fueron algo complicados. La mayoría de los meses no llegábamos ni a final de mes. No sabemos ni cómo hacíamos para estar siempre de fiesta con los amigos. Incógnita real.
En esa época de pobres por la vida, no nos daba para viajar y nos teníamos que conformar con elegir destinos e imaginarlos. Un tiempo después, ambos encontramos buenos trabajos. Dejamos La Rochelle y nos mudamos a Burdeos donde aun seguimos. Y por fin pudimos empezar a cumplir nuestro sueño: Viajar.
Fines de semana, festivos, puentes, vacaciones… Cualquier hueco era bueno para realizar un viaje o escapada. Nos movimos bastante por Francia y viajamos a diferentes países en Europa como Italia, España, Bélgica, Holanda, Suiza, República Checa… Hasta que llegó nuestro primer gran viaje internacional. El destino escogido fue Bali en Indonesia. Cruzamos el mapa buscando algo diferente, un auténtico choc cultural. Y lo encontramos. Y no sólo eso. Nos enamoramos de esa experiencia ¡Simplemente queríamos más!
¿Sabéis de esa sensación de pasar por delante de una panadería, oler a croissants y poner cara de Homer Simpson cuando ve un donut? Pues algo parecido nos pasaba a nosotros pensando en nuestros próximos viajes.
En esta etapa ya empezamos a definir nuestros propios roles viajeros. Vincent siempre ha tenido un gran sentido de la orientación. Menos mal, porque yo soy de la que necesita un GPS hasta para ir a la vuelta de la esquina. Siempre se encarga de ver cómo movernos en cada lugar de la manera más rápida y económica. Es un crack (aunque no se lo digo a menudo porque se lo cree). Para deciros que hasta ahora ¡nunca nos hemos perdido!
Mi rol es más bien otro. Soy quien elige los destinos a visitar. También me he vuelto una especialista en encontrar ofertas de vuelos y alojamientos. Es uno de mis pasatiempos favoritos. Esto nos ha permitido movernos muy a menudo si gastar un presupuesto asombroso.
Con todos los viajes de un año entero reservados por adelantado, una mañana a finales de enero de 2017, nos llevamos la sorpresa de nuestras vidas. Con unos días de retraso, decidí hacerme un test de embarazo de esos a 4 euros que venden en farmacia. Ya me había hecho miles en momentos de duda y siempre habían salido negativos. Y, esta vez, no iba a ser distinto.
Eran las 7 de la mañana. Ese día tenía que ir a trabajar. Acabada de levantar con los ojos medio abiertos y sentada en el toilet, recuperé el test que había dejado actuar los dos minutos indicados en el prospecto. Con una mirada borrosa, me percaté de que, en el panel de resultados, no había una ralla. Sino dos ¡Os aseguro que los ojos se me pusieron como dos linternas!
Me fui corriendo a la habitación y desperté a Vincent entre gritos y desesperación. Reconozco que no fue la manera más tierna de decirle que iba a ser papá. La noticia nos cogió totalmente desprevenidos. Tras reflexionar unos días, por fin tomamos consciencia de que íbamos a ser papis…
Todo un universo de dudas se nos vinieron a la cabeza ¿Es que íbamos poder viajar al mismo ritmo? La gente tampoco es que nos ayudase mucho con sus comentarios. «Ahora a calmarse con los viajes» ; «con niños no se pueden hacer las mismas cosas» ; « ya se os acabó el rollo eh» … Gracias a todos por vuestros consejos y opiniones ¡Pero a nosotros nos gusta forjarnos la nuestras!
Ya estando embarazada, pudimos comprobar que mientras que todo se desarrolle con normalidad y se tomen ciertas precauciones, no se tiene porqué dejar de viajar. Durante los 9 meses de embarazo, viajamos por diferentes zonas de Francia, Italia y España. Hicimos escapadas de senderismo, visitamos monumentos, nos bañamos en calas de difícil acceso y tomamos el avión, el coche y el tren en repetidas ocasiones.
Avril nació en octubre de 2017. El día que todo cambió. Era el inicio de una nueva aventura.
Con dos meses y medio, hicimos nuestro primer road trip atravesando Francia y España. Luego, con 4 meses largos, cruzamos el atlántico y nos fuimos a New York cumpliendo un sueño. Y, siendo aun un bebé, ya ha estado en Grecia, Marruecos, Sicilia, Albania y otros lugares de España y Francia…
Al final, le cogimos tanto el gustillo a esto de viajar en familia que noviembre del 2021 llegó a nuestras vidas la pequeña Alba y decidimos realizar el gran viaje que tanto habíamos esperado. Con tan solo 7 meses (y habiendo estado ya en Los Pirineos y en París) y Avril con 4 años, partimos durante 6 meses pasando por Portugal, España, Indonesia y Tailandia.
Entre tanta aventura de viaje, también dimos a luz a nuestro ansiado libro: Guía para viajar con tu bebé, para ayudar a otras familias a que no se bloqueen en la fase inicial y no tengan que renunciar a viajar por el simple hecho de convertirse en papás.
Llegados a este punto, ya os habréis percatado de que somos una familia franco-española. Ambas culturas están presente en nuestras vidas. Hasta tal punto, que, a veces, ya no sabemos ni en cuál idioma hablamos. En casa, frases como «vamos a hacer la vaisselle» o » ya volvemos a la maison» están a la orden del día.
Pero hay una frase que desde que Avril nació utilizamos todos los días (y ahora por, supuesto, también con Alba). Una manera muy tierna de decirle a los bebés en Francia ‘vamos a dormir’ es la expresión ‘on va faire dodo‘. El dodo, es por tanto el sueño de los niños.
Buscando una idea para nuestro proyecto, se nos vino a la cabeza el concepto de dodo. Vincent y yo pensamos…. ¡A ver¡ Por un lado, el dodo en francés es el sueño infantil. Por otro, dodo es el pájaro extinto que tanto nos recuerda que debemos preservar el planeta… Y si nuestro sueño es viajar en familia…
Enlazamos los tres conceptos y apareció un nombre en nuestras cabezas de forma clara:
Viajar → Viajando → ¡Viajandodo!
Ya lo teníamos. Nuestro sueño se materializaba en una imagen que nos seguirá allá donde vayamos.
Pues somos una auténtica travel family. El resultado de una sinergia perfecta. Cada uno con su rol, aporta su granito en cada uno de los viajes que realizamos. ¿Nuestro próximo destino? EL MUNDO. Pues, nosotros siempre decimos que …
«Nuestro hogar es cualquier lugar en el que simplemente estemos juntos».
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Pues muy fácil:
¡Un abrazo y nos vemos por el mundo!